Su vestido tenía rombitos y me dio ternura. La invité al río. Metimos los pies descalzos y la corriente nos llevó. Había llovido ayer. No tuvimos miedo. Nos frenó un árbol caído después de un rato de ir sin saber a dónde. Nos sentamos en su tronco que tatuó nuestras piernas con texturas. Cantamos una canción. O por ahí no la cantamos, aunque algo sí sonaba.
Nos callamos. Nos miramos. Metimos los pies para que la corriente nos llevara.
jueves, 26 de enero de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)