lunes, 29 de diciembre de 2008
Viaje
Siempre fue de hacer estas cosas mi loca cabeza, y mi cuerpo la acompañó en todo momento. A veces me gustaría que fueran independientes el uno del otro, pero yo ya no puedo pedir ni hacer nada. En esa cabeza lo soñé y creé cosas que la llenaron, que lo llenaron. Cuando al fin lo encontré fuera de ella, creí estar viviendo algo que nunca pensé podría ocurrirme. Pero fue tan deseado, que hasta me parece que mi cabeza se volvió mi entero mundo, y por eso ahora no está más; hoy en día, creo que fue todo su invento y que nada de lo ocurrido pasó en verdad, que el viaje que va a realizar él también es un invento, para justificar que la idea se está agotando y que su turno ya pasó. Porque claro, si fuese real, no habría sido tal como lo fue. Para él yo fui uno de esos pajaritos escurridizos, complicados de atrapar, pero que una vez que se tienen en manos, se quedan hasta ser ignorados. El mundo creado por mi cabeza se redujo a nosotros dos y nada me importó más que eso. Ahora: ¿qué es lo que puedo hacer, si su invento se está venciendo, si descubro poco a poco la ineficiencia que posee, si se hace cada vez más pequeño al mojarse con el agua y más transparente al toparse con la luz? En mi universo mental me quedo sola; los pajaritos no tienen de quien depender y cantan, para no ser escuchados. Pero si nadie escucha, ¿entonces, hay sonido? Aquel canto vergonzoso e inhibido se lo di a él, pero él ya no está: se fue de viaje.
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