viernes, 30 de octubre de 2009
In-decisión
Como la mejor tonta. Bueno, no mejor. Me corrijo: como la más tonta. ¿O como una tonta más? No sé. Lo que pasa es que soy así, medio tonta. Lo veo y lo dejo ir. Pero no a mí. A él. A él. Lo dejo ir, pero vuelve. ¡Tonta! Si volvió, ¿por qué se volvió a ir? Soy medio tonta a veces. Ahora vuelve de nuevo. Acá estoy, no me fui, ¿eh? ¿Ves? Parecía que venía a mí.
jueves, 29 de octubre de 2009
Esfumarte
Lagrimita de sal de ojo entrecerrado por el impacto del viento tibio de la noche de más estrellas que jamás vas a volver a ver ni sentir, evaporate, que tengo otra como vos esperando salir y seguir tu misma ruta de algo que una vez sabió a agua salada y se sintió esfumar como aquella brisita tibia y falsa de otoño nocturno.
Infantiles
Jugábamos a molestarnos mutuamente. Me acuerdo que ese día habías estado más molesto que de costumbre y me mordiste una mejilla.
¿Qué te pasa? Te muerdo nomás. Te tiraste sobre mí y me besaste. ¿Qué te pasa? Sólo lo pensé y entonces te seguí el juego.
Terminé besándote.
Entonces nos molestamos con besos.
¿Qué te pasa? Te muerdo nomás. Te tiraste sobre mí y me besaste. ¿Qué te pasa? Sólo lo pensé y entonces te seguí el juego.
Terminé besándote.
Entonces nos molestamos con besos.
domingo, 4 de octubre de 2009
Vidente al fin
Mi venda fue de color azul y me la puse tapándome los ojos desde que supe de tu existencia. De lo mucho que hablamos, había llegado a la conclusión de que nunca me la sacaría, y no me preguntaste el por qué de mi decisión. No sé cómo fue que llegamos a hablar; sentí muy especial a la imagen mental que fabriqué.
Esa tarde te dije que estaba cansada. Sentada me dormí, creo que frente a vos, y cuando abrí los ojos, la oscuridad habitual que los acompañaba se había transformado en pelos, ojos, nariz, boca, orejas. Tus orejas.
Por eso me despido. La venda se estaba quedando en mi mirar porque siempre supe -desde que me enteré de tu existencia- que tu imagen fabricada por mí era real, y que me enamoraría de vos apenas se volviera perceptible.
Esa tarde te dije que estaba cansada. Sentada me dormí, creo que frente a vos, y cuando abrí los ojos, la oscuridad habitual que los acompañaba se había transformado en pelos, ojos, nariz, boca, orejas. Tus orejas.
Por eso me despido. La venda se estaba quedando en mi mirar porque siempre supe -desde que me enteré de tu existencia- que tu imagen fabricada por mí era real, y que me enamoraría de vos apenas se volviera perceptible.
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