Me pongo a pensarlo y no, en realidad nunca lo conocí. No lo conocí si miramos un significado alternativo de la palabra. O por ahí, teniendo en cuenta lo otro, lo conocí, pero poco. Antes de verlo, sólo hablamos. Y eso de verlo fue muy raro también.
Me lo presentó una persona que pasó por mi vida muy superficial, aunque profundamente rápido. Y me lo dejó ahí, como si pudiera luego hacer lo que quisiera con él. Le hablé y él me habló. Lo quise conocer y esperé lo mismo de su parte, eso nunca se sabe. Lo quise por su misterio, por su desinterés. En verdad quería no sólo su fase exterior, deseaba verlo aún más por dentro, porque las letras de sus historias no me bastaban.
A pesar de esa incómoda sensación que provocaba en mí -aún ahora- cierta intimidación, me decidí. Lo iba a conocer, pero no de una manera muy "normal". Frente a mis nervios llegué a la conclusión de que mi visita sería destinada a mí misma: iba a verlo sólo para verlo, sin la necesidad de que él me viera a mí. Viajé -siempre suelo hacer estas cosas; no importa nunca cuan lejos esté-; viajé mucho. Llegué y lo busqué.
Me pareció verlo, aunque creo que me engañé, o más bien, mi cobardía no lo vio. Hasta que no lo encontré en ningún otro lugar, y volví. Ahí estaba. No podía verme y disfruté cada segundo de eso. Me sentía a salvo (nunca podría encontrarme y tenía el resto del día para mirarlo como yo quisiera). Verlo aparecer y desaparecer, salir a fumar, entrar y verlo de a pedazos. Bajé para irme, después de un rato. A punto de volver, me arrepentí.
Yendo hacia mi lugar oculto de él, fue cuando pasó. Me encontró. Como si lo hubiese llamado. Me tomó del brazo y dio mi nombre. No le hablé y lo seguí. Pasé el resto del día con él, escuchando y viéndolo más cerca que nunca. Me regaló algo envuelto en un papel metálico, el cual guardé con el pretexto de "en caso de no verlo nunca más".
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2 comentarios:
Esto me suena muchisimo.
Ya lo lei antes?
solo espero que las brumas del alba traigan un nombre a mi vida
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