domingo, 4 de abril de 2010
Mentefactura
Me acosté con la idea de que algún día me habría gustado estar entre sus pies huesudos, sintiendo su aún desconocido olor. Olor que percibía blando y sonriente, ya que me encontraba sonriendo cada vez que lo sentía en los taburetes de mi imaginación. Me acosté sonriendo y así permanecí durante toda mi travesía onírica, en la cual no había en mi mundo nada más que nuestros pasos coordinados y poco largos y sus melodías murmuradas. Soñé que me llamaba, que me quería de la misma manera que yo a él. Desperté con algunas lágrimas sobre mi regazo cansado y cuando estuve al fin de pie, habiéndome dado cuenta de que este amor nocturno estaría muy alejado de mí y decepcionada por haber tenido un sueño tan verosímil, me propuse seguir durmiendo -si es que eso había estado haciendo- para poder hacerlo existente de tanto pensarlo.
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