viernes, 4 de diciembre de 2009

Subtedioso

Sentí mis dos piernas agotadas y la derecha de la mujer que descansa al fin. Al frente había orejas vencidas y me miraron dos gemas convexas, por un rato, y después para allá. La mano trabajadora soltó el sobre por no aguantar el sueño, y la más chica se retorció sobre la rodilla perdida. Los ojos achinados pensaron quién sabe en qué. Después de un rato cambiaron de lugar, abandonando los míos. Nos pesaron los hombros y queríamos dormir. El chirrido nos hizo estremecer y no se detuvo. Sin embargo, el de más allá seguía dormido. De pie, observada y tamblaeando, esperé. Mi reflejo estaba cansado. Salí y la puerta me avisó que iba a cerrarse detrás de mí.

No hay comentarios: